Sin Título
El hombre grande no sabe dónde colocar nada
como si pudiera colocar nada en ningún lugar.
En adelante serás quien nos sirva porque nadie
duda que nada es un tronco pesado que cargar.
A veces el hombre grande piensa en voz baja
entiende que no habla, tararea y calla lo demás.
De tanto ir y venir con la nada el hombretronco
dice que ha aprendido a bailarla. De nada nos
sirve, si acaso molesta, extraña sensación sería
de nos dejar nada cerca, bailar ningún aquí.
Díme Lo
He estado esperando a oírlo durante años,
a que alguien lo pronuncie, lo diga clarito.
Toda la vida, mi vida es. Dime Lo. Da la medida,
el cuerpo, lo que ellos dicen soy. El grano
de desprecio que acompaña al nombre en cuclillas.
Dime Lo. El repique de campanas que el badajo
de sus brazos toca y pulmón silencia. Dímelo.
El nombre de la flor, la siempreviva que no se
amustia. Lo que los niños señalan y llaman a
otros para decírselo. Qué bien, va a ser hoy,
van a decírmelo, ahora. Si no escuchas lo que
pienso, dímelo. Como sin queriendo o aparte,
como se lee en las pancartas, el linde la espalda
que no da de frente. Dime que lo amnistía el
gobierno del sueño. Hush now
speechlessness
(¿Será la típica frase que se lee?: eso es de Joyce,
no confundirlo con Eliot, ni con mi. Do mi. Re
ella. Sol yo). Aparte. La palabra. La puta, bailarina
palabra. El cuerpo que eres y no soy. Sin hacer ruido.
Vuelvo atrás, a leer. Cómo me gusta leer. Mucho.
Cada vez más, dímelo. Dime Lo pues ya no ahí
oigo este decir silencioso, mudo, menos tonto.
Jackpot
En el dorso de una factura escribí este poema
sobre una mujer de grandes pechos azules y
una gota de lluvia retenida ahí, en lo grande.
No eres en, eres soy.
El poema venía de otro en el que todo mucho
y tanto más -decía- un día por fin se acalló.
La máquina tragaperras quedó sin el dedo pulgar.
Bajo el jersey la mujer de grandes pechos azules
retiene una gota de lluvia. Retiene una gota de lluvia
justo en el momento antes en el que de ella digan:
¡Va a desplomarse; la vieja loca va a desplomarse!
Como si no hubiera llovido nunca...
Dentro, muy dentro, de ti.
Coincide
con la hora de, la hora en, cuando las calles se
pueblan de mujeres todas-distintas-todas-iguales.
Fuentes ornamentales, bebederos y pilares.
Fuera, fuera del poema, la mujer de la que
hablo se parece a la mujer que te habla; retiene
viejo loco deseo, el bote que no que no que no
calla
porque no cae.
Sin Título
Por el Camino de las Cantarranas trabaja
el hombre que avanza hacia mí contigo
pasa de largo y la imagen perdura, cabalga
de ojo en ojo. Las mil caras del caballo
junto a tres hombres tres coches quedan
atrás, son cosas del campo -dices- no
sabremos qué pretenden de él, sujetas
las mil a las bridas de tres; en toda
familia monoparental siempre hay un tercero
-ríes. Estamos en el campo, campo, que
llamas romántico y callas, siniestro, al
que aprietas con palabras el corsé como
la acequia al agua fresca o fría,
según se mida en calores de sangre.
Caminamos muchos en la bulliciosa ciudad
interior que funda a cada quien,
de la mano contigo, maíz y tabaco, talco
es mi deseo. Un polvorín real como el
del auto que nos detiene el mundo
dos, tres, cuatro, segundos vigilantes
al pasar por algo que ver también
con la muerte. Vino blanco frío y
pastela de carne caliente. Un bulto
que toma forma de perro gigante a
lo lejos, dime qué es, te pregunto por
si hay que correr, no hay descanso
para según qué trabajo real. La madre
lechuza sobrevuela nuestras cabezas allá
en lo oscuro, y te pinta la cara de pájaro
que asoma o es el farolillo de luz que
brota entre las piernas con placer
del vino y el plato. Qué hambre no falta ni
sacia jamás su planeo grave. Sonríes aún
ni te oigo bien. Lo sabes, consientes
volvamos al plato en silencio ya
el corro de niños jugando en él. Dos
en sombras de vuelta de la mano contigo,
todo es relato -dices- por el campo, campo,
que la lengua blanca lame en teatrillo.
Camisa blanca y pajarita: habla el criado
En realidad no te busco a ti. Te busco en esa mirada, en la forma en que
me miras, me busco a mí. En realidad no me importas, exactamente eso:
nada, si no es en la fantasmagoría de tus ojos.
Valiente criado de sí. Ahora, lejos del lugar donde gana y pierde el tiempo,
puede ver la montaña de un par de nombres comunes que inventó y repitió
para escuchar decir –vine para saber– te devuelvo el nombre,
ahora.
Sin Título
Habla Luz de los años
hablan los suyos pero
son como un objeto ajeno
sobre la mesa que
alcanzara a nombrarse
más cerca que lejos
con el brazo extendido.
Habla Luz de los perros
vivos y muertos que
la esperan en los metros
cuadrados donde no se
sabe qué entre la madre
con el padre y traga
Luz sentada a la mesa.
Habla Luz de los restos
al amor de quien escucha
el deshielo, paciencia
de la pintura a contraluz
en la habitación cerrada
donde golpea para salir
el olor a aguarrás.
Habla Luz de la caza
carne que macera en
cocina sin hambre como
en sus ojos de liebre
crudo es el sentido
se para Luz a pensar.
Den toda la luz si quien
escucha comprende a oscuras.
De No quieras ver el páramo
Sin Título
En el cuarto de
para todos lo mismo
los hombres se
amontonan.
Uno a uno el perro
cancerbero da la entrada.
Sobre todos para lo mismo
trepa el último
a lo alto.
En el cuarto de
para todos lo mismo
no hay arbolito que
dé sombra.
Es el cuarto de
lo que quiera que sea
el hombre normal y corriente
como quiera que sea.
No lo busques por
la calle son una
montaña en el cuarto
de la excepción.