Ética de aniquilacion
El cuchillo abre su verja de aullidos incendiarios. Algún corazón acaso me aventaje en lo referente a ese mar aguerrido en que naufragan los silencios, o a la espuma de una boca apresurada (que no es la tuya). Pero puedo trepar un árbol que crece para adentro de su semilla, e incluso talar las aves que parasitan el sueño linfático de sus ramas. Mi grito de recién-nacido es un horizonte en que despunta el primer hombre. Vuelvo de la desesperación para ofrecerte mi furor en una cuna abatida. Tal es mi desprecio. Tal es que me he vuelto piadoso. Algún animal se encela en mis muñecas, y un reloj atónito ama la cifra sangrada de una piedra que no decidí arrojarte. Vuelvo de la desesperación para ofrecerte una enfermedad de dígitos imposibles. Vuelvo de la desesperación para desesperarme. Vuelvo de la crisis que aún no he conocido. Una hazaña en las mejillas. Una furia agasajada entre los dientes.
De Onirisma
Pre-ludios [fragmentos]
crecieron alas más allá de la noche
y su vértigo de pupila. más allá
del golpe en la palabra
y de su piedra aventurera.
más allá de la defoliación del párpado...
y del Sol, ¡beatísimo gigante!
corazón nonato,
lo que te duele no es tu dolor,
sino un dolor aún más profundo,
más antiguo que el dolor.
yo te traje a este mundo
del vientre de una piedra:
como un remedo de caracola,
adentro podía oírse
el Big-Bang.
De Cazamariposas
La nada en la cabeza de un pajaro sin cabeza ...
y sin pájaro
he disparado mi fusil,
y en vez de pájaros
cayó abatida la mañana.
apunté hacia tu pecho,
y el sol se desplomó,
ensangrentado.
descargué la munición
contra la caterva,
y en su lugar sucumbieron los ángeles.
señores, encañoné
mi propia cabeza,
y fue a otro a quien lloraron.
De Cazamariposas
Torre abolida
Antes de morar en esta aciaga Torre
donde mis demonios administran
una hacienda de congojas
(paria trágico en la agonía de su ocaso
místico de ningún dios -apóstata y devoto-
que ostenta el cadáver insepulto
de su entusiasmo)
yo había cruzado mil desiertos
sin más destino que yo mismo
arrastrando los horizontes y los equinoccios
bajo el cielo de la indiferencia
exacerbando el lenguaje con catástrofes mínimas
y un sosiego inútil
de mineral equivocado.
Mucho antes de que mil soles estallaran
adentro de su caverna
y frente al negro hocico de la existencia
fundaran la aurora del Gran Estilo
erré por mil dialectos imposibles
por mil oscuras lenguas
y en mil formas no compartidas
buscando una palabra que no es desierto...
que no es arena... ni alacrán... ni exilio...
Dulce caravasar de estas horas lentas
como dunas...
de este pensar lento... camello azul del tedio...
jorobas de tristeza...
de esta sed lenta de parásito...
garrapata de tinta...
De Estrella varada
Sin título
Tú esquina
Yo rincón
Condenados a penas los mismos pedazos de miseria
Tú entre los alarido de afuera
Yo entre los miedos de adentro
Tú y los escalofríos de pólvora
Yo en un ocaso que muerde la cola del día
Compartiendo el mismo muro estupefacto
Y el escándalo de las mismas noches eléctricas
Tus soledades como axilas de hiedra
Mis soledades como un beso de nardo
Tú entre los gritos de afuera
Yo entre los estertores de adentro
De Onirisma
Temblor
Del árbol de las catástrofes cuelgan
los ahorcados como colmenas.
Derviches bajo el oscuro manto de la Musa,
giran ebrios de incandescente lujuria.
El poeta, apicultor de luz,
recoge la miel para el Oso anhelo,
mientras una zarpa desmesurada
escarba lo aparente,
horada la superficie de las cosas
y hace brotar surtidores
en los márgenes del silencio.
Yo, que uso la pelliza de los días
y enmiendo las sombras de mis noches,
pruebo esa miel del más allá…,
y ostento en el alma un aguijón perfecto
como el temblor de un ángel
en la pipa del verano.
Inédito
Sin título
Porque vine con mis dos alas mis dos alas de leche mis dos alas fruncidas
Porque calzo un corazón de altísimo peregrinaje
Peno un caracol atragantado en el foso de la piedra de los siglos
Mi azul es el paso leve de los cuerpos
Mi azul es el gris azul de un puño sordo
Mi azul es el borde de los tránsitos
O una antorcha encendida por la risa
O un misterio de ojos indecible
En el engranaje de los vientos
Dos estaciones se aman en un alarido
El bosque incuba un sueño de pájaros inflamados en mi verdad indígena
Una nube atolondrada es una perla a la que ha fecundado un suspiro de erizo
Disparo mi apariencia mi acuarela impaciente
Hacia un extenso mapa de asaltos
Y me apercibo de una tristeza como un cojín sin arras como un cigarro póstumo
Una tristeza de ergotina
Una tristeza de báscula para medir la muerte
En el vasto clarimente de mis ojos
Las estrellas arden por instinto
Y de nuevo los días y las noches y su tránsito nervioso
Y los días y las noches y su cáscara de infarto
El sol que he visto sin sus gritos
Es un enorme alrededor que se persigue
Es un súbito molinete de tiempo
Es una boca de barro o una luna descabellada o una ceja de oro
Es un seno tácito
Un pulmón frenético un músculo de luz
El sol que he visto sin clamores
Es el pomo enrabietado del paraíso
De Onirisma