Ciégate para siempre
Ciégate para siempre:
también la eternidad está llena de ojos-
allí
se ahoga lo que hizo caminar las imágenes
al término en que han aparecido,
allí
se extingue lo que del lenguaje
también te ha retirado con un gesto,
lo que dejabas iniciarse como
la danza de dos palabras sólo hechas
de otoño y seda y nada.
De Cambio de aliento
Traducción de José Ángel Valente.
Zurich, zum storchen
(Zurich, hostal de la cigüeña)
Hablamos de lo que es demasiado
y demasiado poco. Del Tú
y del Aunque-no-Tú, de
la turbación por claridad,
de lo judío, de
tu Dios.
De
eso.
El día de una Ascensión, la
catedral estaba al otro lado, vino
con algún oro por el agua.
De tu Dios hablamos, yo hablé
contra él, al
corazón que yo tenía
lo animé a esperar:
su más alta
palabra, estertorante,
airada-
Tu ojo me miró, apartó la mirada,
tu boca
dio al ojo su palabra, yo escuché:
nosotros
en verdad no sabemos, sabes,
nosotros
en verdad no sabemos,
lo que
cuenta.
De Poesía completa
Traducción de Reina Palazón
Shibbólet
Junto con mis piedras,
crecidas en el llanto
detrás de las rejas,
me arrastraron
al centro del mercado,
allí
donde se despliega la bandera,
a la que no presté juramento.
Flauta,
flauta doble de la noche:
piensa en la oscura
aurora gemela
en Viena y Madrid.
Pon tu bandera a media asta,
memoria.
A media asta
hoy para siempre.
Corazón:
date a conocer también
aquí, en medio del mercado.
Di a voces el shibbólet
en lo extranjero de la patria:
Febrero, no pasarán.
Einhorn:
tú sabes de las piedras,
tú sabes de las aguas,
ven,
yo te llevaré lejos,
a las voces
de Extremadura.
De Poesía completa
Traducción de Reina Palazón
Sin muerte no hay mortalidad
Árnica, eufrasia -consuelo de los ojos-,
el trago de la fuente con el
dado-estrella encima,
en la
cabaña,
y en el libro
-¿qué nombres acogió
antes del mío?-,
y en ese libro,
la línea escrita desde
una esperanza, que hoy,
en el corazón,
está puesta en la
palabra
venidera
de uno que piensa,
tremedal de los bosques, no allanado,
orquis y orquis, únicas,
lo crudo, más tarde, en el viaje,
muy claro,
quien nos conduce, el hombre,
también lo escucha,
a medio
pisar, los garrotes
trazan sendas en los pantanos de los altos,
lo húmedo,
mucho.
De Poesía contra poesía
Traducción de Arnau Pons
Stille! ¡silencio!
¡Silencio! Hundo la espina en tu corazón
pues la rosa, la rosa
está con las sombras en el espejo ¡y sangra!
Sangraba ya cuando mezclamos el sí y el no,
cuando bebimos
porque un vaso, que cayó de la mesa, tintineó:
repicaba una noche que oscureció más tiempo que nosotros.
Bebimos con bocas ansiosas:
sabía a hiel
pero espumaba como vino -
Yo seguí el rayo de tus ojos
y la lengua nos balbució dulzuras…
(eso balbucea, eso sigue balbuceando siempre.)
¡Silencio! La espina penetró más hondo en tu corazón:
está unida a la rosa.
De Amapola y memoria
Traducción de Jesús Munárriz
Corona
En mi mano come el otoño su hoja: somos amigos.
Descascaramos el tiempo de las nueces y le enseñamos
a andar:
El tiempo retorna a la cáscara.
En el espejo es domingo,
en el soñar se duerme,
la boca dice verdad.
Mi ojo desciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos lo oscuro,
nos amamos uno al otro como adormidera y memoria,
dormimos como vino en las conchas,
como el mar en el rayo de sangre de la luna.
Estamos abrazados en la ventana, nos miran desde la
calle:
¡Ya es tiempo de que se sepa!
Ya es tiempo de que la piedra se avenga a florecer,
que a la inquietud le palpite el corazón.
Ya es tiempo de que sea tiempo.
Ya es tiempo.
De Hallazgo de la visión
Todtnauberg
La infancia es una calle donde habitan
todos los
veranos.
En sus portales no cabe la muerte
y el sol es eterno y se
prolonga
más allá del invierno.
Ahora sabes que transitaste
por días inter
minablemente lentos,
y –a tu capricho– el tiempo
se detenía
a tu lado.
Era posible
la palabra siempre
y la entregabas –generoso–
al viento
cuando la felicidad era
–tan sólo–
el poder contemplar
desde la orilla
–con ojos muy abiertos–
cómo escapaba el agua
lentamente.
Un día,
desaparece
tu mirada de niño
y la calle se estrecha
dando paso al otoño.
El tiempo no es eterno,
no te sorprendas
si de repente
la calle acaba y oscurece:
La infancia es una calle donde habitan
todos los venenos.
De Poesía completa
Traducción de Reina Palazón
Epitafio para François
Las dos puertas del mundo
están abiertas:
abiertas por ti
en la doble noche.
Las oímos golpear y golpear
y llevamos lo incierto,
y llevamos el verdor a tu siempre.
De Poesía completa
Traducción de Reina Palazón