Sin título 01
Irremediablemente,
sucede que se torna cruel el peso
del pájaro en la rama cuando
la luz prende en las hojas su canción de exterminio.
Desnudos o encendidos en los árboles
los días se desangran.
De qué manera tan callada extiende
su soledad la lluvia,
irremediablemente.
Acostumbra a estrecharse en la sequía
mi voz con cicatrices.
Memoria de los ríos esta savia
que en lo cerrado fluye y nunca cesa.
Hoy no sé mudo cauce si la nube
ha de ser sed o llanto.
De Margen de lo invisible
Sin título 02
Hubo un tiempo en que fui
tan sólo un muerto que respira
el resplandor viciado de los cuartos.
Se cerraba la casa igual que tierra
bajo la escarcha, un hálito que siempre
congelaba mi boca e iba abriendo
grietas en mis pulmones.
No sé qué parte, /
en tan precaria pertenencia la mundo,
de mí se consumía bajo,
breve aliento en furioso exilio,
los caminos nevados, las ciudades ajenas,
la incesante nevada por mi espalda
que en mí cayó desordenadamente.
Hubo un tiempo para partir helado.
De Margen de lo invisible
Sin título 03
Perdiéndonos la boca,
capturando la aurora para decir los labios,
quiero dormir sin mí sobre tu cuerpo
de jazmines sin fruto.
Aspiro tu perfume
de astro fugaz que caerá hasta el vientre.
Manchada la penumbra está tu sangre
sobre mi sangre, inquieta.
Perdiéndonos la boca,
lucimos para vernos de este lado
de la indebida claridad de un pozo
que en nuestra piel se abre.
Gemido el junco y ebriedad el cauce,
siempre supiste que mis venas fueron
ríos en fuga bajo tu noche sin estrellas.
De Margen de lo invisible
Sin título 04
Te voy buscando,
con la furiosa música arrancada
de las cosas te busco,
salvaje melodía, por su sonido estrecho.
Detrás de ti, descalzo y fugitivo,
irá mi huella errante más despierta
donde la sombra inicia su fisura.
En este grito inerte,
en la desesperada persecución de tu frontera,
en la herida que ha ido abriéndose
en las palabras,
ajeno te seguí al doler del mundo.
He aprendido a dormir en su letargo
la hojarasca del alma, su ruido
de lluvia que dejó mi cuerpo sordo,
implacable su deuda, cuanto calla.
De Margen de lo invisible
Sin título 05
La muerte ha sido nuestras manos frías
que fueron habitando
nuestros cuerpos heridos
por tanta lluvia y tantas hojas muertas.
Ahora sí bien por qué
persiste en mí la noche, abandonada
donde mis venas se hacen pájaro,
donde gimieran por la luz mis dedos.
Deriva de las islas
Sin título 06
Las calles de la sed,
las ciudades de los árboles cautivos
y pájaros verdugos de la tarde,
en desvelo sus luces:
que no se hunda la noche en nuestra ropa,
que no se filtre adentro
como un intruso que viniera
a despojarnos de esto que es tan poco,
tan poca luz para dolerse.
Deriva de las islas
Beso
He hallado océanos
en el surco aterido de tu labio,
en el que a la deriva
entregué decidido mi silencio.
No cesa el tiempo
Elegía final
No cesa el tiempo oscuro su elegía.
Mientras resuelva el viento su espejismo
de plenitud de espacio como abismo
al filo de la estrella más sombría,
no cesa el tiempo oscuro su elegía.
Y en el alma se cumple el cataclismo
invencible del astro si yo mismo
de todo lo lejano soy vigía.
Es la niebla preludio centinela
que anuncia con la nave de la hondura
un viaje sin final a lo infinito.
El sueño abre sus alas y revela
que es el alma silencio y singladura:
umbral de la inconsciencia donde habito.
No cesa el tiempo