Sin título
A la realidad quiere completa,
salir de esta ficción tan mal construida,
revelar la clausura que nos veta,
con juegos fatuos, con verdad fingida;
e ir más allá del ímpetu exegeta,
de hallazgos parciales de la vida,
y entender esa parte tan secreta,
que parece quedarnos prohibida.
Debe el hombre tener un veraz juicio,
un lugar donde fluya entendimiento
hasta la capital inteligencia,
y no repose tóxico en lo sucio,
la censura del límite, el fragmento,
la droga más amarga, y su atroz ciencia.
Inédito
Armadura de tela
Imposible aguantar el peso amargo,
la conciencia tremenda de derrota,
los sentimientos pésimos que cargo.
La vida está en la suela de la bota.
En el día germina un tiempo largo
de mañana siniestra de luz rota.
Tan maldito es su duro y frío encargo
que te arrastra a un mal que no se agota.
El asesino, con guantes de seda,
y forenses, y monstruos sin guarida,
son amigos de fuga y blanco amante.
Y de lo que había nada queda.
Solo descubro honda la herida,
y una dura sustancia de sedante.
Inédito
Leandro gime estrellas
La noche en sus juegos avaros
sorprende profunda y repleta
con sus leyes y azares raros,
su luz, y su fuerza secreta.
Sobre Byrd los altos pájaros
bajo los golpes de trompeta,
Orfeo abre en el cielo claros
y se expanden como un cometa.
En un paraíso numérico
traza el vuelo de la sazón
con el suave soplo del álgebra.
Solo, y sobre un fuego rítmico
sonríe inmenso el corazón
lleno de hielo y de ginebra.
Inédito
Venus de Milo
Cómo definir la imagen
mirada desde atrás.
Cómo explicar su espalda,
no humana, de mármol,
tallada hace siglos
por unas manos griegas.
Cómo hablar a mis ojos,
que no la ven de piedra,
vencidos al deseo.
Cómo se hace posible
encarnar en la roca
la blanca luz que quema.
Inédito
Ante un escote palabra de honor
Tu camiseta roja
atravesada ardía.
En tus hombros desnudos
concentrabas el cielo
de las noches abiertas,
y entregadas galaxias
florecían tu cuerpo.
Dos marcadas clavículas
tendían en tu torso
radiantes y alargadas,
dibujando dos rectas
que se extendían grandes
en mitad del deseo.
Como astros detenidos
tus pechos culminaban
el infinito cielo
debajo de tu ropa.
Inédito
Canción del siglo XVIII
Cuando la miro como un territorio
que se posee
pienso que estoy restando la belleza
de lo que me es ajeno.
Es virtuoso alejarse
para que en la distancia
convierta en algo nuevo
lo que es una costumbre,
hallar el primer signo
otra vez en su espalda
y presumir al pájaro
celebrando la tierra.
Inédito
Tocando un hermoso culo
Son cerillas mis dedos
que arden cuando lo rozan.
Me incendio en esa hoguera
de la que nace el fuego
más antiguo y más puro.
Me detengo en sus curvas
reteniendo su tacto.
Encendido lo toco,
lo muevo. Lo acaricio
con la palma extendida
encima de un cachete
y después lo golpeo.
El placer de tocarlo
propaga la alegría
en el cuerpo ofrecido.
Inédito
Ciudad Juárez
(A la ciudad más violenta del mundo)
Pobre muchacho colgado de la luz,
el diablo está junto a él
y se ajusta a su dedo índice.
Duerme la noche fuera de su cuerpo
y el miedo lo retiene
frío como la plata.
Quiere montar a la reina de corazones,
pero después del crepúsculo,
cuando llega la noche,
todo lo que toca
o sueña
arde.
Inédito