I
Quiero aristas suaves,
memoria sin tiniebla,
la no necesidad de una palabra
que trate de paliar el hundimiento.
Mi pobre corazón como una almendra
ante el martilleante aldabonazo
de la vida. Llorar es muy amargo.
Bajo una depresión inquisitiva
es más duro el tormento
de la noticia gris.
Yo aguanto, corazón,
resiste tú conmigo
flashes que tiranizan con su imagen.
Rudo cetro de sal
y un hormigueo roto
de picos alienantes
contagian la raíz de mi silencio.
De Inédito
II
Donde quiero llegar no hay ya cobijo
ni amante que en sus labios soñadores
pudiera descansar.
Hoy ha temblado el mundo
y me sumo ridículo
a un vacío estridente.
Dejé atrás el misterio.
Donde quiero llegar no hay ya cobijo.
De Inédito
III
A veces sabe a cuento
la salida del sol.
Viene flotando como en una nube
para mostrar amable una sonrisa
que me haga despertar
desatando cadenas de mis párpados.
Es sólo un ser feliz intermitente,
pues cuando el cielo cubre
su rostro de tormenta
se acelera en mi calma
un presagio de muerte
donde resbala el hielo de los nervios.
De Inédito
IV
Qué atractiva resulta la bohemia
de poetas antiguos.
Hablar es agradable de sus danzas,
sus juegos o sus ritos.
Sucede sin embargo en carne propia
que reviente un volcán
eufórico de venas
y adquiere un color hosco ese recuerdo.
Extraña melodía es la esperanza
de quien no puede andar
de haber vivido tanto.
De Inédito
V
Quien alivie su mundo con un beso
no está necesitado
de escribir un poema.
Los versos están llenos de dolor
que acumulan suspiros
carentes de caricia.
Las palabras son rocas esculpidas
que fueron desgajadas
de los sueños malditos.
Me arrojaré al vacío de tu nombre
para intentar calmar
esta ansiedad desnuda.
De Inédito
VI
Soy acequia de sed.
Por mis venas navega un fiel terror
a recordar la red de un precipicio
que rezuma de dudas.
Fuera el mundo como un destino lúgubre
que encarcela mis actos
y guarda una memoria
de mí, mas sin mi piel:
vulgar fotografía
para quien quiso alzarse a la elegancia
de sus antiguos lares hegemónicos.
De Inédito
VII
Triste recuerdo guardan
mis ojos infelices
de unas sombras nocturnas que me azotan.
Violenta podredumbre:
así huele el misterio canceroso
de imágenes que muertas
se asoman a la vida.
Bajos fondos. Me siento más humano
cuando sangre o saliva
devoran mis neuronas.
Entonces siento el miedo, la desidia
y una esperanza tenue que se ahoga
con tímido rubor,
avergonzada de asediar la carne.
Si buceo en su busca
es como un hongo el mundo que contemplo
oculto entre mis órganos;
y encuentro tan terrible su existencia
que prefiero olvidar que algunas veces
una gota de luz deshace la fatiga.
De Inédito
VIII
Porque la inspiración
se ha teñido de luto
y ha tocado mi mente
tras enterrar mi dicha,
someto mi entusiasmo por la vida
a cambio de unos versos:
un trueque peligroso pero digno
de la miel del elogio.
Si mi mente confusa
se afanase en volver de esta ruina
no se lo impediría.
Por eso es que hoy invoco
al cúmulo de musas que en la fiebre
de un día insoportable me alimentan.
De Inédito